miércoles, 25 de julio de 2007

Aviones? Aeropuertos?....Personas

Érase una noche fresca, estaba yo haciendo algo inusual. Me encontraba en la torcida o inchada de un equipo de futbol femenil, gritando desaforadamente para unas amigas que jugaban, y que al final quedaron campeonas.

Las amigas todas festejábamos aun en la cancha cuando comenzaron a sonar los celulares. Las mamás, las tías, en fin las familias que viven fuera de São Paulo comenzaron a llamar desesperadas para ver si mis colegas se encontraban bien, pues un accidente terrible se había pasado en el aeropuerto de Congonhas con un avión de la TAM.

Los detalles de la noticia iban llegando, sin embargo mi pregunta inicial tardó muchas horas en resolverse, y era simplemente...Cuántas personas iban en el avión? Había gente en el edificio?

Al llegar al estacionamiento por el carro, estaba un televisor prendido donde se estaba dando la noticia, era solo ver la intensidad del fuego para deducir que ninguno, cuantos fueran, había sobrevivido.

Ojalá que la muerte de ellos haya sido instantánea, ya que el terror por mas de 5 segundos destruye la entereza de un alma, y sólo el que ha cometido un crimen muy grande contra la humanidad merece morir así.

Desde alrededor de los 10-11 años, que sufrí mi primera y única úlcera derivada de una gastritis nerviosa aguda, decidí no ver mas noticiarios. Prefiero que me cuentes mis amigos las noticias, darme el tiempo para digerirlas y ahorrarme, especialmente en eventos trágicos, el habitual amarillismo y las casi en su totalidad preguntas imbéciles de los reporteros a las víctimas o sus familiares.

Desde esa época para acá, solo seguí las noticias en el terremoto del 85 en la Ciudad de México, donde recuerdo claramente a un cretino preguntando a una madre con su hijo despedazado en brazos como se sentía.

Vi porque había una televisión cerca la caida de las torres el 11 de Septiembre, y por las mismas razones de cercanía de un aparato de TV no mas de tres minutos la inauguración de la última guerra que EU se inventó en Medio Oriente, donde los reporteros se ufanaban de la maravilla tecnológica de sus nuevos aparatos de grabación nocturna y de transmisión satelital, repitendo permanente las mismas escenas de bombardeos brutales.

Y este fuego, que no fue el asesino, sino la negligencia.

Negligencia que se ha venido sumando a lo largo de ya varios años donde la industria Aérea a perdido de foco totalmente lo que es un pasajero, lo que es una vida humana.

Es entrar a un aeropuerto para perder todos nuestros derechos individuales, la Policía Federal hace lo que le viene en gana, mlas reglas de inmigración/emigración cambian a voluntad, las aduanas hacen lo que quieren con uno, le roban y destruyen a uno el equipaje con toda inpunidad y las líneas aéreas lo embarcan a uno si quieren, y sino mejor ni reclamar porque además no hay explicaciones y se queda uno varado peor que ballena en noche de cuarto menguante.

Es así que un accidente como éste es la apoteosis de permanentes descuidos, de olvidar que somos personas, y de estar mas enfocados al politicaje y a ahorros absurdos en vez de enlazar mundos.

Ojalá tuvieramos la fuerza de poder dejar de volar por lo menos unos seis meses todos, por el luto, por el derecho a la vida y respeto a su persona de los seres que amamos, por poner un poco de orden en la casa, a ver si así reflexionan los de ésta industria, necesaria pero decadente sobre cuales deben de ser las prioridades de la aviación.

3 comentarios:

Anne M. Moor dijo...

Amém...

Luisa Fernanda dijo...

Y bueno querida ya viste que ahora la culpa fue del piloto y de un fallo mecánico. Para culminar la falta de respeto injuriar a los muertos

Anónimo dijo...

Hola, Luisa!

Ya nos conocemos, soy Isabel (de Argentina).
Descubrí tu blog y me gustó, especialmente este texto.
Te cuento que, curiosamente, yo tampoco me expongo a noticieros de TV ni de radio. Las noticias las leo por internet porque creo que la lectura me permite "digerir" las novedades con mis tiempos y con mi estilo sin tener que soportar imposiciones ni mucho menos aguantar comentarios desubicados por parte de los periodistas.